domingo, 15 de abril de 2018

Leonor

1945 .


Ahora vestirías de seda
o de lana gris o azul
pendiente de la primavera.

He creido al pensarte
verte a mi lado en este banco de madera,
en el que nunca espero a nadie
y en el que nunca nadie me espera.

Son más de las doce
y cuarto, creo.
He llamado a una amiga,
y le mande las fotos de este cuarto
al aire libre.

Me quedé pensativo
por un instante, e imaginé
dentro de mi mente un mundo
tan callado, tan ausente como yo,
tan demente y tan cubierto. 
Un aviso, lágrimas que el árbol
sin querer derramaba junto al viento.

Me quedé
rodeado por asfalto seco
en el día en que la lluvia
resbaló por la mejilla y sin querer.
Acariciando
el único susurro que besé
al sentir mojados los labios
de un beso que me quiso amanecer.

La muerte es el alimento de la propia vida,
diciéndose a si misma:

O me dejas respirar
o respiro a solas,
o me dejo en la garganta
la flores dibujadas en la manta
con el tiempo suficiente para deshojarlas.

Me quedé tan quieto como tú
intentando suavizar con los dedos la estatua.

La parte infinita
es la que a sorbos se deshace.
Lo más bonito de esa parte
es su propia luz...
que dentro de la oscuridad
vuelve siempre a dónde estás, preguntando y respondiéndose... ¿Que haces?

¿Es verdad?




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