en la cubierta de un barco.
Una red de plástico
ahogando la tortuga.
El hambre asomado,
en lo alto de la palmera.
La desnuda piel al despertar
en la isla desierta.
Dibujos,
en las partes claras de las nubes.
Gotas de lluvia formando charcos,
pisados con los pies, sin botas y una luna
alimentándose de su propia respiración.
Lejanas manos y muertas.
La luz, colándose en la cueva abierta
dibujó la piedra.
Queda
la madera de una puerta sin pomo
y el aliento de una boca
que imaginé invitándome a pasar.
Y las nubes negras de sus sombras
que si que me dejaron entrar.
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